La metodología BIM, tal como indica su presentación, va más allá de ser un software de diseño 3D. El uso de tecnología BIM implica una nueva manera de concebir el proyecto arquitectónico y resto de actividades constructivas. Es un método y como tal, exige un nuevo aprendizaje y sistemas de trabajo.
En general, y centrándonos en la fase de diseño, sus requisitos y necesidades, se puede lograr un diseño más completo y enlazado frente a su alternativa de delineación 2D, requiriendo una dedicación mayor al proceso de diseño en lugar del habitual tiempo dedicado a la generación de planos.
Los arquitectos han demostrado en estas últimas décadas una enorme capacidad de adaptación a nuevos entornos digitales que exigen nuevos aprendizajes y conocimientos, desde el uso del diseño en CAD, la utilización de impresión digital, equipos de medida en obra o en entornos ya construidos, etc. Es por ello que esta nueva implantación es factible desde el punto de vista de la capacitación, pero debe ser considerado el grandísimo impacto económico y de dedicación que conlleva, asumiendo por el contratante el coste del servicio.
Por otro lado, y en la búsqueda de la mejora continua y de la excelencia, también es importante considerar que de forma no protocolada ya existen arquitectos que alcanzan los objetivos del método BIM sin ser conscientes, ya que este método marca una serie de sistemáticas que buscan un objetivo que puede ser alcanzado en numerosos caminos. Pero debemos ser conscientes de que, para generalizar un método, este debe ser pautado, mediante un procedimiento concreto y desarrollado de forma efectiva, siendo esto posible con las numerosas tecnologías que existen en los entornos BIM.
Una vez adquirida la suficiente experiencia, este método permite desarrollar de forma paralela procesos habitualmente inconexos (delineación, generación de infografías, actualización en tiempo real de datos de superficies…), obteniendo como resultado proyectos coherentes, precisos y eficientes. También posibilita una mejor comprensión del proyecto por parte del cliente y agiliza cualquier actualización de la documentación de proyecto en fase de obra y vida útil.
Sin embargo, posiblemente por influencia comercial, desde ciertos sectores se ha idealizado el escenario de uso del BIM, para el que a fecha de hoy no todo lo que se promete preparado realmente lo está, al menos en nuestro marco geográfico más próximo, contrariamente a lo que pudiera deducirse de los primeros pliegos con exigencia BIM publicados por la Administración Pública, en los que se han llegado a plantear unas exigencias a unos niveles inasumibles incluso para proyectistas ya experimentados en esta tecnología. En la actualidad, etapa incipiente de uso, donde la formación y cultura BIM en los agentes implicados es irregular, hace que muchos de los mandatos establecidos sean incoherentes y mal enfocados a los objetivos precisos que se buscan, pudiendo provocar rechazo entre agentes por generar un efecto, no deseado, de desprestigio del método. A este escenario se puede sumar que existe el claro peligro de confundir la herramienta con el fin; la calidad de la arquitectura puede ser nefasta por mucho BIM que se haya utilizado, y viceversa, por lo que no se debe perder el foco prioritario para los objetivos que se pretenden.
A continuación, se indican posibles incidencias en el uso habitual del BIM:
- El uso cotidiano local / autonómico no atiende a niveles LOD.
- No es habitual a fecha de hoy generar colaboraciones entre técnicos en BIM. En particular, el nivel de implantación de BIM en los equipos especializados en redacción de instalaciones es todavía muy limitado, por lo que el estudio de interferencias entre instalaciones y arquitectura (apetecible y en determinadas tipologías de edificación necesario) casi nunca es posible.
- Hay que establecer funcionamientos de trabajo en equipo bien estructurado y bien jerarquizado, donde el Arquitecto debe ser el líder del mismo, ya por la visión global de este, como por la justa correlación de responsabilidades.
- La vinculación de las mediciones con el modelo BIM es muy deseable, si bien la realidad del vínculo entre las diferentes herramientas de software no está madura.
- La adquisición y mantenimiento de licencias y equipos (con altos requisitos de procesador, RAM, y gráfica) sigue siendo muy costosa. Los modelos BIM también tienden a ocupar mucho espacio, por lo que también se genera un sobrecoste en los sistemas de almacenamiento, bien local o en nube, con repercusión en los sistemas de copia de seguridad.
- Para que la implantación BIM sea efectiva es necesario que sea inmersiva, para lo cual se requiere mucho tiempo y que además dicha implantación sea asistida. En caso contrario, es habitual que la inercia lleve a seguir utilizando los medios anteriores al BIM, siendo inservible el tiempo y dinero empleado.
- Implica una puesta al día de bibliotecas. A fecha de hoy no todos los fabricantes disponen de información BIM, o no al menos en todas las plataformas.
- En todos los casos, el proceso de diseño en algún momento es 2D e implica medios tradicionales (resolución de detalles constructivos, visualización…).
- En proyectos de cierta envergadura puede llegar a requerirse la figura de una consultoría BIM, lo cual pervierte el planteamiento inicial de esta tecnología, llamada a simplificar la anterior.
- No hay una experiencia real de uso en la Administración Pública. No se ha implantado la posibilidad de evaluar proyectos en BIM, por lo que se debe seguir híper documentando de manera tradicional los proyectos como hecho añadido a un modelo del que supuestamente podría extraerse toda la información requerida.
- Es muy habitual que no se valore el coste real de la implantación, equipos, licencias y dedicación extraordinaria en tiempo que requiere la elaboración de un proceso en BIM. Estos aspectos deberían objetivarse y cuantificarse para tratar de alcanzar una justicia de contraprestación necesaria y, por lo tanto, de atractivo respecto a la inmersión en el método.
- Para que el método BIM sea factible y eficiente todos los agentes deben implicarse en el mismo, no sólo en fase de diseño, también en obra y en la vida útil del elemento construido. La tecnología y equipos deben ser práctica habitual de todos los agentes en todas las fases del proceso constructivo y de operación.